El líder solitario
Samuel Armijo // @desdelabarrera
Es humano buscar culpables o responsables después de una situación en la que se tenía puesta una esperanza mayúscula. La capacidad de liderazgo de un número uno también abarca la factura de cobro de los demás cuando no han estado a la altura y esconden sus decepciones amparadas en un abrazo social estipulado por decreto.
Es humano buscar culpables o responsables después de una situación en la que se tenía puesta una esperanza mayúscula. La capacidad de liderazgo de un número uno también abarca la factura de cobro de los demás cuando no han estado a la altura y esconden sus decepciones amparadas en un abrazo social estipulado por decreto.
En ocasiones situamos en el foco los errores del líder para tapar los nuestros, seguir deslizando estatus y cerrar temporada, otra más, sin pulir las presumibles virtudes.
Un líder es tan generoso que acepta como buena la injusticia propia para salvaguardar la justicia ajena.
Las finales
En 2003 Pavel Nedved se perdió la final de Copa de Europa de Manchester por una falta a Mcmanaman en el centro del campo cuando la Juve ya ganaba 3-1 al Madrid en semifinal. En 2014 Xabi Alonso, con 0-3 para el Madrid en Múnich, cometía una innecesaria infracción que le impedía jugar la final de Lisboa. Ambos fueron conscientes en ese mismo instante del percance para su equipo y para ellos mismos.
La historia está llena de momentos de relevancia máxima donde el actor principal está fuera del escenario.
Los poderes del lider
Nadie imagina un gran premio de motociclismo sin el mejor piloto, un obra de teatro sin el protagonista o una función de circo sin el domador de leones. El líder, por aclamación popular, ha de ponerse al frente de la manifestación los 365 días del año.
Además le pedimos que lo sea en todos los ámbitos que el club ofrece. Portavoz del vestuario, bombero de la institución y termómetro de 24 horas en el césped y somos implacables cuando el líder tropieza porque, además del reparo, se respira en la atmósfera deportiva que cualquier soldado raso tiene licencia para tropezar con una piedra más pequeña.
Y en esa justificación permanente somos tan egoístas que, mientras el barco vuela, olvidamos al líder cuando imaginamos sus lágrimas en la ducha y parecemos historiadores cuando el resultado niega la alegría para la entidad. Pero la soledad de la ducha se alarga a la noche siguiente en la terraza de casa, padeciendo el anochecer mientras el sol se despide de la sierra y todos los recuerdos de la jugada de la expulsión martillean la cabeza de quien no merece ser en un día así Marc Márquez, Pepe Sacristán o Ángel Cristo.
El legado del líder sobrepasa las cuentas pendientes de los aficionados y los egoísmos de algunos compañeros. Ser líder es otra cosa, ser líder es mucho más y ya es hora de repetirlo 364 días al año.
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