El futuro es tuyo, nene
Samuel Armijo // @desdelabarrera
Marcelo nació en un pequeño pueblo de Sevilla de 3000 habitantes, Huévar de Aljarafe, con una población que se dedica en su totalidad al trigo y a la aceituna. A pesar de que todos juntos sufrirían para llenar la tribuna de La Victoria recelan de su Semana Santa donde marcan el compás cuatro hermandades que pasean sus santos delante de la Torre de la antigua Hacienda del marqués de Villavelviestre.
Alejandro Marcelo Dávila (1998) venía al mundo en un frío mes de noviembre con Francia recién proclamada campeona del mundo en su primera estrella y con el Madrid a punto de hacerse con el Mundial de clubes antes de destituir a Guus Hiddink. El niño destacaba, o eso imaginamos, entre el resto de los pocos niños del pueblo con la mirada siempre puesta en la capital más dual del planeta. Allí te colocan una camiseta verde o roja antes preguntarte si te gusta el fútbol.
Marcelo apenas tiene ahora 20 años pero su disposición en el campo argumenta un jugador de una edad avanzada y si fuera del terreno es tan responsable como dentro estamos ante un futbolista con largo recorrido. Su carrera comenzó en Coria donde alternó Juveniles con Sénior y por aquel entonces miraba más de cerca la portería rival flotando por la media punta de los campos sevillanos.
Después probó en el Berja y Ejido 2012 donde, en dos campañas, perteneció a ambas entidades en esas cosas tan raras y tan típicas que le pasan a una persona cuando tiene 18 años. Este verano ha llegado al Real Jaén apostando por el club más importante de la Tercera División y por su edad tenía todas las papeletas compradas para aprender desde el banquillo y esperar paso en una semana como esta en la que Juanma Espinosa estaba sancionado.
No lo sé pero intuyo que el centro del campo que tenía Alberto González en su cabeza pasaba por Monti de 5, Juanma como volante por derecha y Fran por izquierda algo más suelto. Pues bien, la primera oportunidad de Marcelo en la temporada llegó en la pretemporada. La lesión de Hernández lo posibilitó y ahí el técnico blanco descubrió, si no lo había hecho antes, al joven zurdo.
El talento de Marcelo consiste en abarcar todo el campo, intuir por donde pasa la jugada y gobernar el partido en la media con su zurda napoleónica. Viene, recibe, descarga y cierra jugada con la amplitud de un clásico box to box inglés pero con la exquisita elegancia torera y trianera de Emilio Muñoz.
En los últimos tiempos hemos visto a defensas convertirse en mediocentros, en mediapuntas trabajar para meterse con calzador en la alineación pero Marcelo es un medio, medio. Contiene, balancea al equipo, estira y repliega por delante del resto de compañeros y con el permiso de otro virtuoso de lo colectivo: Juanma Espinosa.
Cuando Fran se recuperó de sus molestias en el citado contratiempo lo esperado hubiera sido meter a Monti y prescindir de Marcelo en una versión mucho más lógica pero González ha convertido a Espinosa en pivote y reestructurado todo el centro del campo en su cabeza para mantener al 16. Hace una semana le decía a Monti en Onda Cero que su rol era específico y que la forma de entender el juego me resultaba totalmente diferente con él que sin él. Su mirada me resultó de resignación ante la realidad que le contaba y ante la realidad de un Fran goleador, un Juanma fijo y un Marcelo imperial. El sevillano es uno de esos jugadores que es capaz de hacerte cambiar un sistema de juego.
En el Mundial de 2006 Maradona comentaba los encuentros de la Selección para la televisión española con derechos. Le trajeron a un joven y deslumbrante Cesç al puesto de comentarista, le dijo “el futuro es tuyo, nene”. Pues eso.
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