Sin nada que decir
Samuel Armijo // @desdelabarrera No era muy difícil advertir un verano del Real Jaén turbulento. Horas después de la derrota frente al Algeciras y con el luto aun presente, Andrés Rodríguez parecía dar un paso al costado encubierto como golpe de efecto ante el fracaso deportivo. Nada más lejos de la realidad el esperpento se apoderaba de la junta directiva no aceptando ese movimiento y consagrando días después a Rodríguez como presidente tras el cese de Membrado.
Como toda su etapa como consejero delegado los primeros pasos del nuevo presidente han sido más que discutidos. Lo más reprobable, confección deportiva aparte, ha sido afirmar que socios y abonados de una sociedad anónima no tienen nada que decir en ella.
Y razón no le falta al nuevo mandatario aunque atendiendo a ello tampoco deberá pedir el habitual apoyo en el comienzo de la campaña de abonos o al llegar la fase de ascenso.
Amén de la delgadísima sensibilidad con aquellos para los que “disfrutan” de su actividad primaria.
Hablar pues de historia, anécdotas, ascensos pasados, sentimientos en definitiva tiene poco sentido por no decir ninguno si estamos en el caso de una sociedad puramente mercantil.
Tomás Membrado a nadie preguntó si la persona ideal para hacerse con las riendas de la entidad era Andrés Rodríguez. El ya ex dirigente puede argumentar que suyo era el cazo y suya era la decisión del traspaso y que ninguna alternativa existía cuando llegó al cargo aunque las circunstancias resultaban sideralmente diferentes. Entonces parecía cierto no haber otras opciones, ahora son públicas y notorias.
En cualquier caso Andrés Rodríguez conforma su primera plantilla como presidente en medio de la fallida compra de una plaza en 2ºB, la situación estrambótica de Germán Crespo y la descomposición de un grupo que había sido líder destacado de la categoría.
Lo que sí que parece cierto es que todo lo que rodea a este club tiene aroma a oscuro, siniestro y enrevesado como poco. Un consejero delegado no puede dimitir un lunes y dos semanas después ser el máximo mandatario de la entidad. Anteriormente “invitó” a bajar a La Victoria a todo aquel que quisiera ver en directo el partido ante El Ferrol, anunció la renovación de la mayoría de futbolistas en caso de ascenso y ha visto como las declaraciones de los jugadores salientes han entonado la incompatibilidad con el “personaje” creado desde el consejo de administración.
Lo que fue el “Proyecto del aceite” ha dejado paso al “Proyecto progresista y ecologista” que repercutirá económicamente, según él, de forma positiva en la ciudad por el turismo.
Del mismo modo se creará una ciudad deportiva ya que según el presidente “un club como el Real Jaén no puede entrenar en La Guardia” pero sí puede jugar en Porcuna, añado yo. Dicho con todo mi cariño para el pueblo hermano. También el Real Jaén será el primer club verde de España después de haber regado con aguas fecales durante gran parte de la campaña anterior y mira al futuro con todo el optimismo del mundo. No estaría nada mal tampoco que mirara algo hacia atrás, metiera pecho y saldara cuentas con todos aquellos que llevaron ese escudo alguna vez en la parte delantera de su camiseta de trabajo.
“Iremos a por las personas que ataquen al Real Jaén”. No hay mejor defensa que un ataque y así lo ha decidido la entidad casi centenaria. No es casualidad que consejeros válidos, honestos y que quieren al club por encima de ser una sociedad anónima salten del barco catapultados por el hartazgo y la insensatez. Las continuas declaraciones públicas de alguno de ellos a toro pasado hacen pensar que ese Consejo hace explotar por los aires la paciencia de cualquier hijo de vecino.
Son innumerables las salidas de tono de Rodríguez que hasta ahora ha fracasado deportivamente y socialmente y orilla el fin principal de una entidad en la que todos suman: los sentimientos.
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