Membrado, Concha Espina y la botella de aceite
Samuel Armijo // @desdelabarrera Pasan los meses y ya son muchos los que Tomás Membrado ejerce como presidente del Real Jaén. Parece que fue ayer cuando se hizo cargo de un club moribundo y al borde de la liquidación aun en Segunda B. En este tiempo el máximo mandatario seguro que considera como un Máster su experiencia en la entidad blanca.
Nadie puede negar su esfuerzo económico como nadie negará su visión de negocio para la entidad. La sensación es que cuanto más se deje aconsejar por los suyos peor presidente resulta y desde que los micrófonos están limpios de algunos de ellos mejor presidente parece.
En su primera intervención justo después de certificarse el descenso a Tercera comentó en el micrófono de Manolo García en La Victoria que para su proyecto no era tan definitivo el paso del equipo por esa categoría y que se planteaba la creación de un equipo femenino. Todo esto, en ese momento, seguro que rechinaba en los oídos de propios y extraños aunque con mirada positiva dejaba entrever su visión a largo plazo para la gestión.
La primera campaña en Tercera se rodeó de profesionales y de gente de su círculo de confianza diario. Andrés Rodríguez, mano derecha, Tania Munuera, Jose y Manuel Quesada, Salva Márquez…El proyecto deportivo era cuestión del pequeño de los Quesada y Márquez aunque como el propio Jose comentaba en este Medio “me enteré por la Prensa del fichaje de Rubén Andrés” y Valenciano y Fernando Campos dejaban de ser entrenador y director deportivo respectivamente.
Salva Ballesta y su séquito de Madrid tampoco sobrevivieron al despertar de Andrés Rodríguez y la temporada terminó como aparentaba con García Tébar. Mientras, Tomás Membrado veía y analizaba todo, apechugando situaciones públicas aun sin estar de acuerdo en muchas decisiones de su consejero delegado.
Esta temporada comenzaba de una manera mucho más sensata que la anterior, entrenador y director deportivo en la misma figura, jugadores de su perfil y gusto y presupuesto claro para ser primero de grupo. La “bomba Higinio y Montes” presagiaba otra campaña convulsa pero las victorias del equipo y la desaparición pública de Andrés Rodríguez mantienen firmes los bancos del vestuario y los asientos del palco.
Tomás Membrado, que solía apagar fuegos de sus consejeros, no tiene un pelo de tonto. Es consciente del esfuerzo económico personal que hizo y hace desde verano y transformó en tirón de orejas a su técnico la demora de la llegada de un delantero. El presidente no veía reflejada en el campo la supuesta superioridad de su plantilla y el encadenamiento de malos resultados hubiera dado con movimientos importantes. Su visión del negocio es tan fría que es sabedor de la única vía para sacar al RJ adelante: la Segunda División.
Precisamente esa frialdad puede ser altamente positiva para la entidad, en los negocios importa el fin y nadie recordará los medios ni los damnificados del camino.
La meta de Membrado es que el equipo juegue en la división de plata…al menos, porque sabe que el colofón de su proyecto se escenifica en una foto con Florentino Pérez y una botella de aceite de Jaén delante de las Copas de Europa. Esa es la obsesión de Tomás Membrado. Esa.
Seguramente gente de su equipo de confianza haya afeado la imagen pública del presidente cuyo mayor delito ha sido comulgar con situaciones con las que no estaba nada de acuerdo y consentir movimientos como entregar mediáticamente el club a un Medio.
Ahora, con el “fichaje” de Miguel Segovia, quiere situarse en segunda línea de fuego para trabajar en la sombra en lo que entiende realmente que puede ser útil y dejar los cameos públicos a alguien con mil tiros dados.
Comenta