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Es él

Samuel Armijo // @desdelabarrera 

Foto. @jesusmedina

El presidente del Linares Deportivo, Jesús Medina, es uno de los nombres de la temporada. Su gestión fría y camaleónica responde a la inquietud de un hombre ambicioso que se rebela y apela negación ante la ruina.

Nadie podía imaginar en él en sus años de adolescencia que se pondría el traje de presidente del equipo de su ciudad. Ingeniero de caminos y con formación en entidades deportivas puso al servicio de sus vecinos toda la experiencia para llevar al Linares a lo más alto. 

Le achacan no hacer demasiada vida en sociedad, no dejarse ver por las tabernas ni comentar el partido del domingo con el abonado de siempre en el Paseo de Linarejos pero su visión pasa por ser el presidente más profesional dentro del ecosistema más cercano.

En el club cada miembro conoce a la perfección su labor. La entidad funciona exactamente como una empresa y Medina ve en ello el único camino para profesionalizar lo que siempre fue el patrimonio sentimental de cada afición. Los latidos de Linarejos los marca él. 

Desde Córdoba pone en hora el reloj de la sirena de Santana para despertar los sueños de un posible ascenso a Segunda División. Jesús Medina ha conseguido poner de acuerdo a casi toda la trinchera que siempre espera el tropezón pertinente.

Los laberintos en los despachos le hicieron perder una campaña en Tercera y desde entonces dio el paso definitivo preparando la siguiente desde Semana Santa. Unió su destino al de Miguel Linares, el fichaje más acertado del club, y conformó una plantilla para competir en todo con Arsenal como jefe de operaciones. Los alargues le dieron pero sobre todo le quitaron en la herida incurable de minuto 93.

La tranquilidad y paciencia cuando el tren descarrila es la llave para el éxito en el futuro. Al día siguiente ya estaba preparando la temporada venidera en un Hotel no céntrico de la capital. Salirse de la tabla no puede ser una casualidad y el ascenso seguramente llegaba de la manera menos estética. 

Todos los proyectos tienen sombras o pasajes difíciles de explicar. También la Era Medina guardará en el cajón los nombres de Lopito o Arsenal para convertir contratiempos en nuevas oportunidades. Ese es el verdadero ¨Momento Team¨ de una institución.

Alberto González había dejado un regusto a torero fino en Jaén, cimentó su personalidad por toda la ciudad y sacó la mejor faena posible con la supervisión de un presidente al que el pañuelo verde se lo saca el público todos los domingos a él. Entrenador sencillo, alegre y valiente tiene todo para enraizarse también en Linares.

Independientemente de que el club consiga el premio gordo del ascenso, la gestión de Medina tendrá respaldo y sustento en el paso de los años. Hace no demasiado deslizaba la posibilidad de su marcha que finalmente no concretó y su mayor legado, intuyo, será dejar un club que se soporte a pesar de su figura. 

El Linares tiene en su club el orgullo de una ciudad abrasada por el desempleo y la desazón. Su presidente ha conseguido, sin duda, abanderar la causa y convertirse en uno de los nombres recurrentes de conversación de barra de la calle Nueva. La ciudad ha encontrado espejo donde mirarse ante el desánimo: Jesús Medina. Linares, ahora, es él.



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