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Rafael Rivas “Siempre me quedará la espina de no haber jugado en el Real Jaén”

Samuel Armijo // @DesdeLaBarrera

Rafael Rivas Rodríguez (Villanueva del Arzobispo, 1960) recorrió la banda derecha de los mejores campos de Andalucía en una tercera división imponente. Detrás de su fama y apariencia de hombre duro se esconde un buenazo que da la mano cuando cruza la línea blanca hacia el vestuario. Paco Gento lo quiso para el Granada después de atravesar Los Cármenes con la pelota cosida al pie y el Úbeda no le permitió firmar por el Real Jaén, su gran debe en el fútbol. No entiende, en la actualidad, como está desprestigiado el marcaje al hombre. Lo que sí tiene prestigio es el local que regenta en su pueblo desde hace casi 35 años. Marco al hombre a ¨Rafa Machaco¨en Pub Juan Carlos. 


La primera pregunta no es mía, es de Ramón de Stadium. ¿Qué pasó con un árbitro antes de un partido en el bar de enfrente? 

Pues si te soy sincero no lo recuerdo, yo no estaba en ese momento así que no te puedo decir. De todas formas te digo que conforme pasa el tiempo las historias se hacen más grandes porque ahora me cuentan algo de antes y pienso pero si yo estuve allí y ¡no fue para tanto! 

Pero si habrás vivido mil y unas peripecias por esos campos de Dios.

Uf, eso sí claro. Mira, algo que sí fue real y no lo olvido fue una llamada de Juan Antonio Román. Entrenaba al Almería y me conocía de haberme tenido antes, un día llamó a la Cruz Roja que está aquí al lado porque no sabía mi teléfono. Necesitaba que el Úbeda, donde yo jugaba, no perdiera frente al Estepona y me dijo “tenéis 200.000 pesetas si le empatáis y 500.000 si le ganáis”. Íbamos 1-3 y le empatamos.



Entonces 200.000 ¿no? 

Ni un duro, no vimos ni un duro. Román no volvió a aparecer.

Siempre tuviste fama de duro en el campo.

En el terreno de juego era un tío de raza pero no violento, además es que el propio fútbol me llevó a eso. Salí de mi pueblo a una captación sub-20 en el Úbeda, estábamos 50 tíos para 3 plazas y yo sabía que había futbolistas mejores que yo pero a ganas y a fe no me iba a ganar nadie. Me informé que puesto estaba flojo y me chivaron que lateral derecho así que yo era lateral derecho. Luego me dijeron que por calidad podía haber sido extremo o medio pero yo lo que quería era entrar y entré.

Sí Rafa, pero algún “palo” habrás dado.

Es que el fútbol era muy diferente, se hablaba mucho, nos picábamos…Mi primera prueba de fuego fue en Antequera, Berguices, central, me dice “fíjate nene de mí”. Sacaron de centro, fijó al punta y sin balón le clavó los tacos. Tenías que imponerte, aunque yo intentaba ir a la pelota no siendo violento. En el 79 jugamos en Jaén en la presentación a su afición y me tocó marcar a Urbano. Éramos íntimos y nuestros padres viendo juntos el partido pero no podía permitir que me la liara. Él ya sabía que yo en el campo no tenía amigos pero, claro, la grada no (risas) y me dijeron de todo, me escupieron…Ahora el fútbol se parece cada vez más al baloncesto, no te puedes tocar. Hay que salir intenso, no puede ser que un rival te meta el hombro y te desplace dos metros, eso es por falta de intensidad. Hay que estar tenso todo el partido, desde que empieza hasta que acaba. Si el Madrid está enchufado los 90 minutos, ¿quién le gana? 


Luego iremos al Madrid, pero ¿por qué no cumpliste tu sueño de jugar en el Real Jaén?

Yo jugaba en el Úbeda, era una tercera potente con el Mérida, Jerez, Melilla, Betis deportivo, Cacereño…Me decían el “nene” y el nene no se podía ir. Vino Juande, secretario técnico del Jaén y me dijo “¿cuánto vale tu libertad?”, “500.000” le dije. “Tómalas y te vienes con nosotros”. Llegué al club y les dije “esto y otras 500.00 que me debéis” pero tenía dos años firmados y no me dejaron salir. Allí terminó mi ilusión por jugar en el Real Jaén porque después vino mi trabajo, lesiones…




¿No te ha respetado la salud? 

Tuve una lesión importante, salté con Mateo del Linares y me rompí ligamentos y peroné. En el vestuario le dije al que me atendió “abrocha la bota que sigo” pero cuando me levanté se me iba la pierna para un lado y el pie para otro. Un día al volver del hospital de Úbeda le dije a mi mujer “sácame las botas que me voy campo” y me contesta “¡pero si te ha dicho el médico que no apoyes el pie en un mes!”. Empecé la rehabilitación a mi manera y me recuperé. Mira, Julio Alberto, del Barcelona, se lesionó de lo mismo y el mismo día que yo y yo regresé antes que él con todos sus médicos y todas sus posibilidades. En ese aspecto si soy duro (risas) 

No sé por qué tenía en mente que tú habías sido central. 

No, que va. En mi última etapa en el pueblo sí pero yo era lateral derecho y rapidísimo. Además, tenía la “especial” suerte que siempre me tocaban extremos buenísimos que habían jugado en superior categoría. Y también me tuve que imponer ¡eh! Fuimos a Motril y yo era un chaval, jugaba Callejón, padre del actual, que era un extremo velocísimo. Mi entrenador me puso de inicio en la izquierda y nos la estaba formando. En el descanso le dije al míster “o me pones en mi sitio o me cambias”. Accedió porque Serna no podía con Callejón y en el túnel para salir del descanso le dije “aprovéchate que te quedan 10 minutos” y me tocó la cara como diciendo mira el niño este. En el minuto cinco de la reanudación fuimos a un balón dividido, se hizo daño y no pudo seguir, no fue ni falta, pero en la camilla le toqué la cara y le dije “te avisé que eran 10 pero han sido 5”.

Más.

Quirós era un zurdo buenísimo que jugaba en La Línea. Íbamos allí a jugar y en el bus todos dando la lata porque ya nos había ganado el partido él solo la temporada anterior. Me pusieron encima de él. Fíjate si estaba concentrado que estaba atacando mi equipo y Quirós se fue a beber agua. Cuando me di cuenta ¡estaba en el banquillo con él! La Línea me aplaudió ese día. 

Seguimos. 

Bueno y uno de los mejores partidos que hice fue en Granada. Eliminatoria de copa, partido de vuelta. Aguilar, que jugó con el Atlético en primera, era el extremo pero no pudo conmigo de hecho Gento, míster del Granada, tuvo que ponerme un marcador a mí siendo lateral porque mi portero, Sola, me dio la pelota y recorrí todo el campo y la dejé debajo del larguero para que la metiera Marcial. Luego me enteré que Gento quiso ficharme con la mala suerte que lo destituyeron la semana siguiente. 

¿Por qué crees que hoy apenas se marca al hombre? 

Pues yo lo hablo esto con entrenadores y parece que está mal visto, que es un desprestigio para un equipo y todo lo contrario. Si sabes que el otro equipo tiene uno muy bueno hay que ponerle uno encima mirándole a la cara. Es como la figura del libre también se está perdiendo.

En tu vuelta a Villanueva me decías que sí jugaste de líbero. 

Ahí sí porque los entrenadores querían alguien con experiencia para organizar la defensa. Me acuerdo mucho, por ejemplo, de Manolo Haro. Llegó con sesenta y muchos y nos puso a correr con él delante. Cómo estaría físicamente que sólo aguantamos 4 con él la carrera. Era durísimo y muy profesional. En su última charla nos dijo “en todos los equipos han intentado echarme los veteranos y aquí si no me han echado es precisamente por ellos”. Eso me llegó al corazón, estábamos muy comprometidos. Tenía plena confianza en mí, el equipo era Rivas y diez más. Una mañana jugábamos en La Zubia y yo ya tenía el negocio, se acerca y me dice “¿has dormido algo?”, le dije que no, que acababa de cerrar pero que estaba para jugar. Tuvimos una falta a favor en el círculo central, el campo no era grande, le pegué y entró. Haro me miró y me dijo “estás loco”. También nos entrenó Lucena, al que no le dejaron irse al Jaén y casi nos desciende. En Coín sacó a los suplentes, íbamos perdiendo 5-0 y en el minuto 85 me dice que caliente. Si no me sujetan me lo como. No daba charlas, nada. Manzano, el mejor entrenador que he tenido, lanzó su carrera aquí con una plantilla limitadísima y casi nos asciende a tercera. Perdimos en los penaltis en Vélez el último partido de fase de ascenso. Hace poco, hablando con él, le pregunté “Gregorio, ¿qué diferencia hay entre entrenar al Villanueva o al Atlético de Madrid?” y me contestó “Rafa, lo importante a estos niveles es tener al equipo unido porque en el pueblo tú puedes entrenar los centros pero aquí van todos a su sitio”. En mi última época mi perfil era diferente, maduro. Me acuerdo en Guarromán que nos iban ganando y estábamos jugando fatal siendo mucho mejores. Subí a un córner y me las ingenié para provocar un penalti. Después nos enzarzamos el delantero y yo en otro saque de esquina y saltaron 50 del público a por mí. Ganamos ese partido y sales con la satisfacción y la sensación de haber sacado adelante el partido por ti. En Vilches me tiraron una silla, en Jódar he visto navajas abiertas…era otro fútbol y la veteranía pesaba. 



Y después 4 años como directivo.

Sí, dos de presidente y dos de secretario técnico. Mi compromiso con el fútbol ya lo he cumplido, ahora sigo al Madrid en la tele y poco más. 

¿Cómo lo ves? 

Está fichando bien, gente joven. Hablan que le falta un 9 pero nada de eso, con lo que tenemos hay de sobra.

Tú eres muy de Benzema. 

Sí, algunos dicen que el Madrid tiene que jugar con un delantero típico tipo Lewandowski pero no entiendo por qué. Y lo Zidane…pensaba que no podía superar al “jugador” pero lo ha hecho. Ahora ha perdido algunos partidos pero jugando bien. Mira el del Betis por ejemplo. Ahora que he dicho Betis, Rogelio vino a verme 10 partidos para llevarme a Heliópolis. 

Te quisieron muchos equipos.

 Bueno, eso parece. El Linares también vino a por mí pero en el fútbol tienes que tener suerte, no lesionarte y estar en el momento adecuado. Pero jugué con grandes peloteros, Sosa, por ejemplo, por el que triunfé. Era medio y ponía la pelota en largo porque confiaba mucho en mí. Casas, Carrero, Chemi, Beli, Anquela, Álvarez…Con este último me pasó algo gracioso. Como te digo jugamos juntos y años después vino como rival. En un lance le quité la cadena del cuello, estuvimos todo el partido enzarzados y cuando acabó ¿sabes lo que hice? Me acerqué a él y le dije “venga, vamos a buscar la cadena”. En el partido no miraba a nadie pero cuando pitaba el árbitro se acabó la guerra. 

Lo que más siento es que se acordaran de tu madre en tantos campos. 

Uff, eso era lo primero nada más salir. La pobre, no solía ir a verme y el primer partido que fue a Úbeda le dice a mi padre “¿pero con esos tíos tan grandes va a jugar el niño?” Después cuando me vio salir de corto mira a mi padre y le dice “pues no es tan pequeño mi hijo”. 

No es pequeño, es muy grande. Gracias Rafa. A la memoria de Esteban Rivas, Lola Rodríguez y su hijo Juan Carlos, familia ligada a la vida y al fútbol de Villanueva.


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