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Samuel Armijo " hay sueños, que por imposibles, nunca se sueñan"

Samuel Armijo // @DesdeLaBarrera                        El sueño del pequeño Higinio

El primer regalo de Reyes no fue para Higinio, fue él mismo un 6 de enero de 1982 en Barcelona. Mientras su padre triunfaba en el RCD, el niño llegaba a una familia  marcada por el balón. Sabría mamar teta y pelota por igual y no tardaría mucho en soplar aire del Santo Reino previo paso por el Ramón de Carranza. 

El pequeño Higinio tenía un sueño, ser futbolista. Un sueño coloreado por la sombra exitosa de su padre y envuelto en un futuro sin aparentes nubes.

Mientras Higinio se empapaba de Jaén, acrecentaba su deseo por imitar algún día, no a Oliver ni Benji, sino a su padre. Su pierna izquierda ayudaba a ello y a que el sueño pronto se convirtiera boquerón con 18 años. Granada, Armilla, Baza, Marbella, Alcalá, Guadalajara, Mérida y Martos serían testigos de que el sueño de Higinio no fuera tan intenso como el de su padre pero sí, real, entregado y de muchas idas y vueltas por su banda. 

Y llegaba el momento de trasladar su sueño a Linares. Tal era la fuerza de éste que incluso haría mutar los colores de papá del blanco al azul durante dos horas cada temporada. Su honestidad le valdría para que la capitanía abrochase su brazo en un fuego cruzado con el linarense Villa en la acera de enfrente, destino. 

Su entrega le serviría para convertirse en uno más, ganarse el difícil cariño azulillo y sincerarse con las mágicas palabras 'quiero retirarme aquí'.
Muchos, en una y otra trinchera, se lo recordaban a lo que Higinio contestaba 'no fui porque nunca me llamaron'.

 Y es que hay sueños, que por imposibles, nunca se sueñan pero para el pequeño Higinio ya es una realidad. Para quién si debe seguir siendo un sueño es para papá.



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