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La serpiente venenosa y la foto premonitoria

Samuel Armijo // @desdelabarrera                                   Nada o más bien mucho hacía presagiar aquella tarde del ascenso del Real Jaén que el adolescente que pisaba el césped para fotografiarse con sus amigos acabaría jugando en el equipo de su vida. Juanca tenía entre ceja y ceja triunfar en el club que se formó desde cadete. El equipo juvenil catapultaría las opciones del escurridizo delantero pasando también por Granada y el Senior de Los Villares. Esos vaivenes igual sacaron de la linde las ilusiones por ser futbolista profesional aunque su tozudez se impuso para agarrar la punta de ataque de Torredonjimeno en dos campañas para el recuerdo. Desde aquel julio del 95 en que Juanca viene al mundo para aferrarse al fútbol no sería tan decisivo en una plantilla. Completa una segunda temporada enorme anotando 24 goles de los cuales muchos suponen puntos para dejar en zona tranquila a Chumilla y los suyos.


Si algo tiene claro el canterano dentro del terreno es no desesperar. Se agazapa como una serpiente y padece largas fases de juego sin aparecer en busca del espacio y tiempo justo para dar el picotazo mortal. Cuando Juanca surge es para no dejar prisioneros, su capacidad para contemplar los diferentes momentos de un partido alargan su inteligencia y la confianza de sus compañeros sabedores que prepara el escenario donde todos los focos lo apunten a él.

A veces las directrices más sencillas son las que funcionan. El RJ firmó mirando los números de los mejores delanteros de la categoría sin que fuera necesaria la sapiencia de un responsable deportivo más que para ejecutar las opciones. Tanto Antonio López como el propio Juanca dan la razón cumpliendo la perspectiva de que inventar poco es producir mucho.

El juego del “niño” somete a las defensas con más reticencias al desorden, paraliza a centrales recios y saca de cualquier plan a entrenadores rivales. No le importa en absoluto partir desde banda porque sabe que la pelota le va a caer a él y permuta con Mario para dar avisos en forma de apariciones anunciando el futuro peligro para los rivales. Las defensas no sólo intuyen que Juanca puede asomar, tienen la certeza de ello.
Tendríamos verdaderos problemas para determinar cuál es el pie idóneo para el golpeo, no es zurdo cerrado, no es ambidiestro, no es nada para ser todo. Su aportación en disparo desde lejos es a tener en cuenta y sus encuentros en el tercer palo, constantes. Tiene un sentido especial para palpar las zonas en rojo en el mapa de calor del área y cumple a la perfección ese viejo dicho: la pelota le busca a él. Su relación con el fútbol tiene mucho más sentido sin balón porque ya conocemos lo que hace con él cuando se encuentran. Movimientos generando espacios, diagonales y trampas para atraer rivales facilitando un mano a mano de un compañero con un rival. Juanca es mucho más útil cuando no participa de la jugada más que para cerrarla. Órbita de forma sigilosa la zona minada viniendo a recibir despoblando el carril para Rentero o devolviendo a Espinosa para que vaya al otro lado. Sus condiciones físicas condicionan y favorecen su tipo de juego, su estatura la disfraza de traje de camuflaje en beneficio de pasar inadvertido muchos minutos. Juanca reluce y destella un halo difícilmente explicable y que le llaman a ser un jugador para el recuerdo.

No exagero si afirmo que abanderará la corona del RJ dentro de no mucho y para ello desestimó una importante oferta llegada desde Linares. Para eso y para aprovechar una mejor opción económica aunque el principal argumento es actuar en primera persona en un ascenso calcado al que él vivió al finalizar el partido ante Huracán en el césped con sus amigos pero con otros adolescentes ahora como protagonistas porque Juanca lo estará celebrando aunque, esta vez, dentro del vestuario.



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