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El clímax de Gonzalo Arconada

Samuel Armijo // @desdelabarrera                   Acababa 2015 y en plena Navidad se verían las caras Real Jaén y Linares Deportivo en una noche previa a decenas de reuniones propias de la fecha. Gonzalo Arconada había tenido un inicio titubeante con el argumento de los primeros meses, “hay que esperar que pasen diez jornadas para saber dónde queremos estar”. Su equipo recibía al conjunto azulillo en la 18 con aparentes sensaciones de estar arriba, fueron las mejores semanas de ese RJ.


Desde el especial VV en la radio Higinio Vilches pregonaba sangre y corazón para ese duelo donde su hijo aún “brazaleaba” en la acera de enfrente. Vicente Herrero sabía de lo especial de estos choques “los partidos así son diferentes tanto por uno como por otro bando, los dos quieren ganar”. Mientras los compañeros informadores debatían en la mesa acerca de la seguridad del partido, Juan Carlos Hidalgo y Carlos Sánchez se fundían en un abrazo con instantánea para el recuerdo. 

Los ojos de Galera aun los tengo grabados en mi mente o más bien en mi pecho cuando Valenciano cerraba el famoso tema que igual jamás debí proponer. Dani Marcos rememoraba duelos en categorías inferiores y Ramón Martínez desnudaba el perfil de cada afición. Fue una mañana bonita de fútbol y reencuentros con Gilberto Moreno de Diario Jaén, Néstor, melenudo de los años 70, representantes de peñas y aficionados de los dos equipos.

Después, por la noche, en una fría espera en La Victoria los de Arconada impusieron su ley. Santi Villa, criado en Linares, abría el marcador de zurdazo lejano y acto seguido, la jugada de la noche y, probablemente, de la temporada en Jaén. Hugo Díaz atrapaba la pelota en terreno propio y tras metros de conducción soltaba un latigazo con la izquierda que ponía el partido casi imposible para el Linares. A continuación un gol anulado y un penal reclamado pudieron meter en el partido a los de Torres que lloraba su situación en rueda de prensa, “a partir de línea de tres cuartos somos un equipo muy previsible y si alguien se ha equivocado en la planificación pagará por ello”. Molina cerraba el debate con otro golazo. Quien sí tendría ganas de seguir hablando sería Sutil a través de una de sus Redes en el enésimo divorcio definitivo con un entrenador.

La noche era plena para los locales y en concreto para Gonzalo Arconada, que se quedará con esa goleada en su memoria para difuminar el posterior fracaso en el banquillo blanco, lejos de los puestos de fase ascenso, con un equipo desinflado y un vestuario roto. Su experiencia en la capital del Santo Reino, es de imaginar, no será enmarcada en el salón de casa como tampoco será recordado especialmente en el imaginario colectivo blanco pero seguro que cuando pase por la autovía a la altura de Jaén, girará la cabeza, mirará hacia arriba y se acordará de aquella noche.



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